miércoles, 5 de septiembre de 2012

El Castigo: Capítulo 1


Me desperté en la absoluta oscuridad de mi habitación, no había podido dormir mucho, la noche había sido agitada y mi cabeza no paraba de darle vueltas a todos mis asuntos pendientes. El móvil sonaba escandalosamente y vibraba por la mesita de noche proyectando una tímida y tenue luz  sobre la espesa oscuridad de mi habitación. Me desperecé para poder sacar el brazo de entre las sábanas y lo estiré hasta lograr el escandaloso móvil y pegármelo a la cara, me aclaré la garganta y respondí a la llamada:
-Diga. – Contesté con voz profesional y serie sin que se notará que me acababa de despertar.
-Gabe.- Respondió la voz de Deborah.- Gabe ha aparecido una de ellas.
Fruncí el ceño mientras asimilaba de qué me estaba hablando, hasta que recordé el caso.
-¿Quién de todas ellas? – Le pregunté con mi voz perfectamente profesional.
- Es Anne. – Respondió Deborah rápidamente.- Deberías venir aquí lo antes posible.
Me frote la cara con la mano libre mientras solté un largo suspiro.
-De acuerdo Deborah…Llegaré en una hora. - Colgué el teléfono y volvía colocarlo en la mesita de noche.
     
     Me senté sobre la cama y encendí la luz y la habitación cobro vida, la ropa sucia del día anterior estaba sobre la silla del escritorio, y me había dejado el ordenador encendido, encendí la pantalla y me puse un poco de música mientras hacía la cama. Estiré bien las sábanas hasta quedarlas bien lisas, odio dormir en una cama mal hecha, mientras la hacía el ordenador reproducía “Slow ride” de los “Foghat”. Cuando acabé de hacer la cama y dejarla perfecta, me desnudé y tiré el pijama en el cesto de la ropa sucia y me dirigí a la ducha. Me miro al espejo mientras enciendo la ducha, Decidí que no hacía falta afeitarme, y me metí en la ducha mientras el agua helada caía sobre mi y me despertaba y despejaba mi mente.

         Veinte minutos después estaba vestido con el traje que uso en el departamento y preparado para salir. Agarré mis llaves, la cartera, mi identificación y salí de la casa apagando todas las luces dejando únicamente encendido el ordenador. Arranco mi BMV 320D y salgo del garaje. Las noches de otoño en Inswinch son de lo peor. La lluvia caía con furia acompañada de una orquesta frecuente de truenos y cada relámpago alumbraba con una luz terroríficas las oscuras noches de otoño de la ciudad de Inswinch. La carretera estaba vacía exceptuando por algún que otro coche y alguna ambulancia, los miércoles por la noche y con este temporal Inswich dormía placidamente, aumente la velocidad más de lo permitido ya que iba llegar tarde al departamento cuando prometí llegar allí enana hora exacta. Nome gusta contradecirme a mí mismo.

     Diez minutos antes de que se cumpliera la hora plazo entre en el aparcamiento del departamento habiendo enseñado antes al guardia mi identificación para que subiera la valla. Aparqué cerca del ascensor, era la mejor hora para aparcar dentro del apartamento. Apagué el motor y recogí mi carpeta del trabajo que estaba en el asiento de atrás. Salí del coche cerrándolo y me dirigí al ascensor. Llame al ascensor pero este no me hacía caso, llame con más insistencia. Nada, el maldito ascensor me estaba robando mi precioso tiempo, quizás con el temporal se habría averiado, subí por las escaleras hacia el primer piso donde pregunte al obeso guardia que tenía el turno de noche desde los últimos siete años.
-Agente Sawn. - Llamé su atención y se giro hacía mí. - ¿Qué le ocurre al ascensor?
-Lo siento Sargento Hansom.- Se disculpó mientras se acariciaba la calva.- Con el temporal se nos ha ido la luz par de veces y me temo que ha estropeado el ascensor.
Mire directamente hacía la puerta del ascensor y volví la mirada hacía el guardia.
-Llama para que lo arreglen enseguida. Lo quiero en funcionamiento para mañana a la mañana. - Le ordené con mi voz seria y autoritaria.
-Si Sargento como mande.- Me contesto y al instante agarro el teléfono y se pondría a ello mientras yo subía por las escaleras al quinto piso, miré al reloj, solo me faltaban cinco minutos, llegaría tiempo.

       Deborah estaba de pie mirando fijamente por el falso cristal, llevaba el pelo su larga melena morena recogida en una coleta de caballo, vestía una blusa granate metida por dentro de unos elegantes pantalones negros atados con indiscreto cinturón negro y todo ello se veía estropeado por unas zapatillas de deporte que no pegaban nada cónsul indumentaria. Sostenía un vaso pequeño de plástico, su típico café con leche.
-Buenas noches Deborah.- La saludé al entrar en al sala de observación al tiempo que ella volvió su mirada hacía mí.
-Buenas noches Sargento.- Me respondió el saludo, me señalo la cabeza hacía el cristal falso y mire a través de él. – Aquí la tenemos. – Dijo sin apartar la mirada de ella.
      Anne estaba sentada con la mirada nerviosa recorriendo toda la sala de interrogatorios, temblaba como un cachorro abandonado en una fría noche de invierno entre la nieve. Tenía su corta melena rubia enmarañada, sucia,  y empapada, al igual que su cara que aún tenían rastros de barro y arañazos. Su cuerpo estaba cubierto por varias mantas que le habrían ofrecido una vez que llego aquí. Había una vaso de leche medio vacío sobre la mesa, junto varios platos con sandwiches, galletas patatas y un montón de comida, no había comido mucho pero por las migas esparcidas por la mes ay el suelo imaginaba que habría comido con ansia.
-Aún no ha dicho ninguna palabra.- Me comentó Deborah ami lado, ella tampoco apartaba la mirada de Anne.- Y le asusta bastante la presencia de hombres.
Asentí con la cabeza y pregunté.
-¿Todavía no habéis tomado ninguna muestra sobre ella verdad?
-No creo que sea buena idea.- Me comento Deborah.- Hace apenas cuatro horas que debió escapar, esta horrorizada, y le asusta casi todo.- Respiro a fondo y agregó.
- Deberíamos esperar un poco más antes de pedirla que nos deje tomar muestras de una supuesta violación.
Me quede inmóvil sin dejar de observar a la joven víctima.
-De acuerdo, pero no esperéis demasiado, el tiempo es crucial y quiero quitarme estas cinco desapariciones cuanto antes.- Ordené a Deborah con un tono de voz que no admitía ningún tipo de contradicción.
-Bueno, esta por lo menos ha aparecido.- Dijo fingiendo estar animada.- Y viva.
-¿Se ha avisado a la familia? - Le pregunté mirándola y dando la espalda al falso cristal.
-Sí. Pero su familia vive en Dublin. Les comunicamos que su hija se encuentra aquí creo que llegaran pasado mañana.
Asentí con la cabeza y me dirigí a la mesa con el archivo del caso de la desaparición de Anne, mientras lo ojeaba por encima le volvía preguntar.
-¿Se sabe algo de las otras cuatro chicas?
-Nada nuevo, Adrian sigue investigando por la discoteca donde trabajaba Carol, y el rastro que perseguía Roger tanto de Natalie y Tara.- Se giró y me dirigió su mirada hacía mí mientras la escuchaba y siguió comentándome. – Cuando me avisaron de que traían a Anne hacía el departamento, volví enseguida estaba inspeccionando el último lugar donde vieron a Rose.
Habían desaparecido cinco chicas jóvenes a lo largo de dos semanas, la primera denuncia de desaparición Anne, estaba al otro lado de la sala, y No la habíamos encontrado, ella vino a nosotros.
-Antes estaba segura que todas las desapariciones estaban relacionadas.- Me comentó Deborah mientras se sentaba en una silla y dejaba el vaso de plástico sobre la mesa cuidando de no manchar ningún papel. – Pero con la repentina aparición de Anne puede que sean casos aislados.
-No descartes nada detective.- Le sugerí.- Puede que sea así, o que aún las desapariciones estén conectadas, o que la de Anne sea un caso aislado y las demás estén juntas en algún lado, incluso puede que todas quisieran dejarlo todo y se fueran sin decir nada a nadie.
 Guarde silencio mientras Deborah me miraba fijamente, tenía los ojos cansados, habría dormido incluso menos que yo.- Deberías descansar detective Renton, haré que Molly lleve el interrogatorio.
Pensé que Deborah me pondría alguna excusa, siempre quería finalizar ella todo su trabajo, pero puede que el cansancio pesara demasiado sobre ella.
-Por esta vez le haré caso sargento.-Se levantó de la silla y antes de salir por la puerta volvió a dirigirse a mí.- Deberías avisar al fiscal de que una de las chicas a aparecido.
-Descuida.- Le asentí con la cabeza y salió por la puerta.
Con el archivo de la desaparición de Anne Reynolds en la mano, me acerque al falso cristal y la observe, ahora estaba comiendo lentamente un sándwich, y su mirada no parecía tan perdida, miraba fijamente el sandwich. Tenía unos ojos azules preciosos, pero parecían muertos, su piel estaba tan blanca que parecía absorber toda la luz de la sala en su piel, un tono de piel pálido enfermizo. Si hubiese tardado más días en aparecer seguramente estaría muerta, aunque viéndola ahora mismo, nadie podría decir que estuviese viva.

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