martes, 26 de junio de 2012

Pequeño prólogo

"Antes de nada avisaros que este es un proyecto nuevo y en pañales aún, pero me gustaría que me deis vuestras opiniones , muchas gracias"



Prólogo


La tasca no estaba tan rebosante de gente como solía estarlo a esas horas de la noche, aunque eso no la hacía menos ruidosa y olorosa. Un pequeño grupo albañiles tomaban una jarra de cerveza ahogada compartiendo historias y risas, mientras admiraban y soltaban algún que otro comentario inadecuado a las hijas del tabernero que servían jarras y comidas a los clientes mientras evitaban las manos de los clientes más borrachos.
     
    Tanos se sentó en una banqueta enfrente de la pequeña barra en la que el viejo pero enorme tabernero limpiaba febrilmente unas jarras de barro, Cuando este le vio, dejo las jarras en una estantería detrás de él y se dirigió hacia Tanos.
-¿Qué va ser?- Preguntó desinteresado el tabernero.
-De momento una jarra de cerveza.-Contestó Tanos mientras sacaba diez reales de su bolsa de cuero –Pero no de esa mierda aguada.
   El tabernero, agarro una jarra grande y se agacho tras la barra, Tanos escucho el sonido de cómo la jarra se llenaba del barril guardado bajo la barra y al poco rato el tabernero se levantó dándole una jarra bien llena y espumosa. Tanos arrastro los diez reales hasta el tabernero y este los agarro rápidamente guardándolos en un saquito colgando de su cinturón al lado de la funda de un gran cuchillo.
  
   Mientras Tanos tomaba  tranquilamente su jarra y observaba como la taberna iba llenándose de gente a lo largo del anochecer, observo como finalmente entraron un grupo de jóvenes chicas que les hacía carantoñas a los hombres más borrachos de la taberna. “Las chicas de Leyne” las llamaban, entraban en las tabernas y  se acostaban con quien más ofrecían por ellas, aunque a las mejores Leyne las guardaba en su burdel, y debían pagar un precio bastante elevado.
 
   Tanos las miraba y las estudiaba detenidamente, había hecho un gran negocio y había conseguido bastantes reales gracias a ello, se merecía una buena chica  con la que jugar.
Mientras las estudiaba se sobresalto al escuchar la voz dulce de una muchacha a su lado
-Hola, veo que estás muy interesado en esas mozas.- La muchacha se había sentado en la banqueta próxima  a él, y ni siquiera ala había oído llegar. Era una muchacha joven, de unos veinticuatro o veintiséis años, el pelo largo liso y castaño y hermosa. Aunque la afeaba una cicatriz en la mejilla  derecha. “Por eso Leyne la mandará a la calle” pensó Tanos. A pesar de ello, la muchacha tenía un morbo especial, era muy atractiva de una forma que Tanos no comprendía pero estaba deseando verla comiéndole la polla.
-¿Eres mudo?-Le preguntó la joven prostituta, mirándole extrañada y confundida.
-No, perdona, solo estaba contemplando esa maravilla de carita que tienes.- Contestó Tanos mientra la cogía de la barbital suavemente y la muchacha sonrió con gracia. Se fijo que tenía unos ojos marrones muy claros, casi amarillos, Tanos no recordó nunca ver una chica como ella con las demás.
-¿Trabajas para Leyne?- Preguntó Tanos sin dejar de acariciar la mejilla izquierda de la muchacha. La muchacha sonrió y le contesto:
-Sí soy nueva llevo una par de semanas con ella.- puso su brazo derecho en jarra y meneaba su cintura atrás y adelante juguetona.
-Pues hoy va ser tu día de suerte pequeña.-Dijo Tanos con un tono bajito.
-¿Ah sí? ¿Cómo estas tan seguro?.- Le contesto la muchacha también bajito pero en un tono sensual con una pequeña sonrisa. Tanos miró a los lados vigilando que no había nadie contemplándolos  y saco de su saquito  una moneda grande y dorada.
-Cien reales pequeña.- Le ofreció Tanos con una sonrisa de lado a lado.
La muchacha se mordió el labio juguetona y lo agarro del antebrazo donde agarraba la moneda.
-Elmure vamos arriba, ya sabes a quién pasarle la factura.- Le dijo la muchacha al tabernero mientras se levantaba de la banqueta y arrastraba a Tanos con ella.
-Descuida.- Contesto el tabernero secamente sin prestar más atención que a las jarras que fregaba.
      
       Cruzaron la taberna evitando las mesas llenas de clientes riendo, jugando e incluso parejas besándose, también esquivaron algunos cliente de pie y a una de las hijas del tabernero, pero Tanos solo observaba el trasero de la muchacha mientras esperaba con ansía desnudarla. Subieron por las escaleras y entraron por la primera puerta que vieron, la mucha lo empujo hacia la cama mientras cerro con el pie la puerta. Se tendió en la cama mientras la observaba llegar hasta él con las manos en la espalda desabrochándose el vestido mientras se subía en la cama colocándose de rodillas sobre su regazo. Tanos la agarro de la cintura y la trajo hacia sí y empezó a morderle el cuello suavemente, Ella gimió suavemente y  deslizo sus labios hacía los de él quedan ella completamente tumbada encima de él. Tanos notaba como mientras se besaban la muchacha se recogía la falda hasta la cintura y noto como su erección iba aumentando, hacía tiempo que no tenía una erección como aquella. La muchacha dejo de besarle mientras le miraba con una preciosa sonrisa, él le devolvió la sonrisa hasta que noto algo frío en su  oído y con el rabillo del ojo sin moverse vio que la moza tenía un punzón en la mano derecha y sin que él se diese cuenta lo colocó a milímetros de su oído pudiendo atravesarle la cabeza en un solo movimiento.
 -Serás zorra- La maldijo Tanos mientras esta sonreía y sacaba la lengua juguetona.
-¿Es que ya no te pongo cachondo, pequeño?- Se burló sin parar de sonreír la moza.
No podía hacer nada, estaba a su merced, si pedía ayuda seguramente lo mataría allí mismo, no parecía ser la primera vez que esa zorra hacía algo así.
-¿Qué es lo que quieres?- Preguntó mal humorado Tanos. Sabía que no tenía elección, pero esa muchacha no sabía con quién se había metido, averiguaría quien es, y le tendría una sorpresita nada agradable para ella, pero no sin antes violarla y humillarla unas cuantas veces, eso lo tenía muy claro.
-¿Yo, nada?.- Le contestó divertida la muchacha, mirándole fijamente esperando la reacción de Tanos. Este se quedo seriamente mirándola  controlando sus emociones y expresión.
-Me aburro.- Dijo fingiendo una cara triste, sin moverse y teniendo inmovilizado a Tanos bajo ella silbo fuertemente. Acto seguido la puerta se abrió y entraron en la habitación un hombre con un turbante rojo en la cabeza con una ballesta cargada apuntándolos, cuando entró el segundo hombre Tanos puso los ojos como platos, y la muchacha volvió a sonreír.
-Esa es la cara que estaba esperando ver.- Dijo muy divertida.
-Ya está bien puedes marcharte ya- dijo el último hombre al entrar ofreciéndola un saco de cuero. La muchacha retiro el punzón de la oreja de Tanos y salió de la cama mientras se colocaba el vestido debidamente, agarro el saco que le ofrecían y se lo guardo en el escote.
-Adiós pequeño.- Se despidió la muchacha lanzándole un beso a Tanos y cerrando la puerta tras ella. El hombre del turbante rojo se puso enana esquina de la habitación sin dejar de apuntarle con la ballesta, y el otro hombre se volvió a él.
-Tanos, Tanos, Tanos..-Dijo suavemente y negando con la cabeza en señal de decepción-Creo que ya sabes por que estamos aquí ¿Me equivoco?-Le pregunto mientras se sentaba en el borde de la cama donde se encontraba tumbado.
-Oye lo puedo explicar ¿De acuerdo?- Contestó nervioso Tanos.
-Y yo te escuchare.-Le tranquilizo dándole unas suaves palmadas en la pierna.
-Mira solo cogía un solo barril de cada entrega para sacarme un dinero para la familia, lo estamos pasando mal y los pequeños apenas tienen para comer…
-Tú no tienes familia Tanos.- Le cortó de repente.-Lo sabemos todo de ti Tanos. -Se calló un momento mientras le miraba seriamente a los ojos. Tanos se calló sinsabor que decir aguantándole la mirada como podía.- ¿Crees que soy tonto Tanos?- Le preguntó muy serio.
-No Ian, no creo que seas nada tonto.-Contesto mientras notaba la garganta cada vez más seca.
-¿Entonces por qué me has querido engañar?-Le volvió a preguntar Ian muy serio sin dejar de mirarle a los ojos. Tanos no contesto, se quedo callado sin saber que decir y miró al hombre del turbante que no dejaba de apuntarle con la ballesta.
-¡Hey! ¡Soy yo quien te está hablando no él!- Le grito Ian con una mirada serie pero enfadada.
-Perdón, perdón. – Se disculpo rápidamente aguantándole la mirada asustado a Ian.
-Yo te ofrecí ese trabajo ¿Recuerdas?- Le volvió a preguntar, Tanos asintió con la cabeza.-¿Y así me lo agradeces? ¿Robándome? ¿Sabes los problemas que mas has causado?¡¿Y con quien?!- Le preguntó gritando muy enfadado Ian. A Tanos le tembló la voz sin decir nada. Ian le siguió mirando con desprecio, se volvió a su compañero
-Arur, haz el favor..- Antes de que Tanos pudiera volver la mirada al hombre del turbante rojo, escucho silbar la saeta y noto como le rozo en la frente y se clavo a escasos milímetros de su cabeza clavándose en el cabezal de la cama donde tenía la cabeza apoyada. Tanos pego un grito de terror y se meó encima mientras la sangre le resbalaba por el rostro..
-¡Joder que asco!- Dijo Ian levantándose de la cama rápidamente al ver que este se había meado encima.
-Eres una puta miedosa.-Le dijo Ian apuntándole con el dedo- Nos robas a nuestras espaldas, nos mientes y te meas con una puta amenaza de mierda..y yo creyendo que nos podrías ser de utilidad…
-¡Por favor Ian haré lo que sea! ¡Lo que sea ¡ Por favor..por favor..-Suplico Tanos llorando. Ian lo miro con asco mientras lloraba y le pregunto a su compañero.
-¿Qué opinas Arur? ¿qué deberíamos hacer con él? – Arur le contestó en un extraño acento extranjero.
-Este mierdas no nos vale ni de mensajero.- Al escucharle Tanos se asusto y lloró  desesperado y más fuerte. –No merece la piedad de una muerte rápida.
Tanos se calmó al escuchar aquello.
-Pero no puede quedar sin castigo ¿Verdad Arur?- Preguntó divertido Ian.
-Claro que merece un buen castigo por los problemas causados.- Aseguró Arur.
-Haré lo que sea por favor pero no me hagáis daño.- Suplicó Tanos entre sollozos.
-No puedes hacer nada que nos interese.- Le dijo Ian a la vez que desenfundaba su daga.-Pero podemos hacer algo por ti.- Tanos  miro con los ojos como platos la daga de Ian.
-No…No..por favor..-Dijo Tanos entre sollozos, mientras Arur rápidamente se coloco sobre el y lo sujeto en la cama.
-Vamos a quitarte ese vicio por las putas que tienes de cuajo.- Dijo Ian mientras se acercaba a él.








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