Prólogo
La tasca no estaba tan rebosante de gente como solía estarlo
a esas horas de la noche, aunque eso no la hacía menos ruidosa y olorosa. Un
pequeño grupo albañiles tomaban una jarra de cerveza ahogada compartiendo
historias y risas, mientras admiraban y soltaban algún que otro comentario
inadecuado a las hijas del tabernero que servían jarras y comidas a los
clientes mientras evitaban las manos de los clientes más borrachos.
Tanos se sentó en
una banqueta enfrente de la pequeña barra en la que el viejo pero enorme
tabernero limpiaba febrilmente unas jarras de barro, Cuando este le vio, dejo
las jarras en una estantería detrás de él y se dirigió hacia Tanos.
-¿Qué va ser?- Preguntó desinteresado el tabernero.
-De momento una jarra de cerveza.-Contestó Tanos mientras
sacaba diez reales de su bolsa de cuero –Pero no de esa mierda aguada.
El tabernero,
agarro una jarra grande y se agacho tras la barra, Tanos escucho el sonido de
cómo la jarra se llenaba del barril guardado bajo la barra y al poco rato el
tabernero se levantó dándole una jarra bien llena y espumosa. Tanos arrastro
los diez reales hasta el tabernero y este los agarro rápidamente guardándolos
en un saquito colgando de su cinturón al lado de la funda de un gran cuchillo.
Mientras Tanos
tomaba tranquilamente su jarra y
observaba como la taberna iba llenándose de gente a lo largo del anochecer,
observo como finalmente entraron un grupo de jóvenes chicas que les hacía
carantoñas a los hombres más borrachos de la taberna. “Las chicas de Leyne” las
llamaban, entraban en las tabernas y se
acostaban con quien más ofrecían por ellas, aunque a las mejores Leyne las
guardaba en su burdel, y debían pagar un precio bastante elevado.
Tanos las miraba y
las estudiaba detenidamente, había hecho un gran negocio y había conseguido
bastantes reales gracias a ello, se merecía una buena chica con la que jugar.
Mientras las estudiaba se sobresalto al escuchar la voz
dulce de una muchacha a su lado
-Hola, veo que estás muy interesado en esas mozas.- La
muchacha se había sentado en la banqueta próxima a él, y ni siquiera ala había oído llegar.
Era una muchacha joven, de unos veinticuatro o veintiséis años, el pelo largo
liso y castaño y hermosa. Aunque la afeaba una cicatriz en la mejilla derecha. “Por eso Leyne la mandará a la
calle” pensó Tanos. A pesar de ello, la muchacha tenía un morbo especial, era
muy atractiva de una forma que Tanos no comprendía pero estaba deseando verla
comiéndole la polla.
-¿Eres mudo?-Le preguntó la joven prostituta, mirándole
extrañada y confundida.
-No, perdona, solo estaba contemplando esa maravilla de
carita que tienes.- Contestó Tanos mientra la cogía de la barbital suavemente y
la muchacha sonrió con gracia. Se fijo que tenía unos ojos marrones muy claros,
casi amarillos, Tanos no recordó nunca ver una chica como ella con las demás.
-¿Trabajas para Leyne?- Preguntó Tanos sin dejar de
acariciar la mejilla izquierda de la muchacha. La muchacha sonrió y le
contesto:
-Sí soy nueva llevo una par de semanas con ella.- puso su
brazo derecho en jarra y meneaba su cintura atrás y adelante juguetona.
-Pues hoy va ser tu día de suerte pequeña.-Dijo Tanos con un
tono bajito.
-¿Ah sí? ¿Cómo estas tan seguro?.- Le contesto la muchacha
también bajito pero en un tono sensual con una pequeña sonrisa. Tanos miró a
los lados vigilando que no había nadie contemplándolos y saco de su saquito una moneda grande y dorada.
-Cien reales pequeña.- Le ofreció Tanos con una sonrisa de
lado a lado.
La muchacha se mordió el labio juguetona y lo agarro del
antebrazo donde agarraba la moneda.
-Elmure vamos arriba, ya sabes a quién pasarle la factura.-
Le dijo la muchacha al tabernero mientras se levantaba de la banqueta y
arrastraba a Tanos con ella.
-Descuida.- Contesto el tabernero secamente sin prestar más
atención que a las jarras que fregaba.
Cruzaron la
taberna evitando las mesas llenas de clientes riendo, jugando e incluso parejas
besándose, también esquivaron algunos cliente de pie y a una de las hijas del
tabernero, pero Tanos solo observaba el trasero de la muchacha mientras
esperaba con ansía desnudarla. Subieron por las escaleras y entraron por la
primera puerta que vieron, la mucha lo empujo hacia la cama mientras cerro con
el pie la puerta. Se tendió en la cama mientras la observaba llegar hasta él
con las manos en la espalda desabrochándose el vestido mientras se subía en la
cama colocándose de rodillas sobre su regazo. Tanos la agarro de la cintura y
la trajo hacia sí y empezó a morderle el cuello suavemente, Ella gimió
suavemente y deslizo sus labios hacía
los de él quedan ella completamente tumbada encima de él. Tanos notaba como
mientras se besaban la muchacha se recogía la falda hasta la cintura y noto
como su erección iba aumentando, hacía tiempo que no tenía una erección como
aquella. La muchacha dejo de besarle mientras le miraba con una preciosa
sonrisa, él le devolvió la sonrisa hasta que noto algo frío en su oído y con el rabillo del ojo sin moverse vio
que la moza tenía un punzón en la mano derecha y sin que él se diese cuenta lo
colocó a milímetros de su oído pudiendo atravesarle la cabeza en un solo
movimiento.
-Serás zorra- La
maldijo Tanos mientras esta sonreía y sacaba la lengua juguetona.
-¿Es que ya no te pongo cachondo, pequeño?- Se burló sin
parar de sonreír la moza.
No podía hacer nada, estaba a su merced, si pedía ayuda
seguramente lo mataría allí mismo, no parecía ser la primera vez que esa zorra
hacía algo así.
-¿Qué es lo que quieres?- Preguntó mal humorado Tanos. Sabía
que no tenía elección, pero esa muchacha no sabía con quién se había metido,
averiguaría quien es, y le tendría una sorpresita nada agradable para ella,
pero no sin antes violarla y humillarla unas cuantas veces, eso lo tenía muy
claro.
-¿Yo, nada?.- Le contestó divertida la muchacha, mirándole
fijamente esperando la reacción de Tanos. Este se quedo seriamente
mirándola controlando sus emociones y
expresión.
-Me aburro.- Dijo fingiendo una cara triste, sin moverse y
teniendo inmovilizado a Tanos bajo ella silbo fuertemente. Acto seguido la
puerta se abrió y entraron en la habitación un hombre con un turbante rojo en
la cabeza con una ballesta cargada apuntándolos, cuando entró el segundo hombre
Tanos puso los ojos como platos, y la muchacha volvió a sonreír.
-Esa es la cara que estaba esperando ver.- Dijo muy
divertida.
-Ya está bien puedes marcharte ya- dijo el último hombre al
entrar ofreciéndola un saco de cuero. La muchacha retiro el punzón de la oreja
de Tanos y salió de la cama mientras se colocaba el vestido debidamente, agarro
el saco que le ofrecían y se lo guardo en el escote.
-Adiós pequeño.- Se despidió la muchacha lanzándole un beso
a Tanos y cerrando la puerta tras ella. El hombre del turbante rojo se puso
enana esquina de la habitación sin dejar de apuntarle con la ballesta, y el
otro hombre se volvió a él.
-Tanos, Tanos, Tanos..-Dijo suavemente y negando con la
cabeza en señal de decepción-Creo que ya sabes por que estamos aquí ¿Me
equivoco?-Le pregunto mientras se sentaba en el borde de la cama donde se
encontraba tumbado.
-Oye lo puedo explicar ¿De acuerdo?- Contestó nervioso
Tanos.
-Y yo te escuchare.-Le tranquilizo dándole unas suaves
palmadas en la pierna.
-Mira solo cogía un solo barril de cada entrega para sacarme
un dinero para la familia, lo estamos pasando mal y los pequeños apenas tienen
para comer…
-Tú no tienes familia Tanos.- Le cortó de repente.-Lo
sabemos todo de ti Tanos. -Se calló un momento mientras le miraba seriamente a
los ojos. Tanos se calló sinsabor que decir aguantándole la mirada como podía.-
¿Crees que soy tonto Tanos?- Le preguntó muy serio.
-No Ian, no creo que seas nada tonto.-Contesto mientras
notaba la garganta cada vez más seca.
-¿Entonces por qué me has querido engañar?-Le volvió a
preguntar Ian muy serio sin dejar de mirarle a los ojos. Tanos no contesto, se
quedo callado sin saber que decir y miró al hombre del turbante que no dejaba
de apuntarle con la ballesta.
-¡Hey! ¡Soy yo quien te está hablando no él!- Le grito Ian
con una mirada serie pero enfadada.
-Perdón, perdón. – Se disculpo rápidamente aguantándole la
mirada asustado a Ian.
-Yo te ofrecí ese trabajo ¿Recuerdas?- Le volvió a
preguntar, Tanos asintió con la cabeza.-¿Y así me lo agradeces? ¿Robándome?
¿Sabes los problemas que mas has causado?¡¿Y con quien?!- Le preguntó gritando
muy enfadado Ian. A Tanos le tembló la voz sin decir nada. Ian le siguió
mirando con desprecio, se volvió a su compañero
-Arur, haz el favor..- Antes de que Tanos pudiera volver la
mirada al hombre del turbante rojo, escucho silbar la saeta y noto como le rozo
en la frente y se clavo a escasos milímetros de su cabeza clavándose en el
cabezal de la cama donde tenía la cabeza apoyada. Tanos pego un grito de terror
y se meó encima mientras la sangre le resbalaba por el rostro..
-¡Joder que asco!- Dijo Ian levantándose de la cama
rápidamente al ver que este se había meado encima.
-Eres una puta miedosa.-Le dijo Ian apuntándole con el dedo-
Nos robas a nuestras espaldas, nos mientes y te meas con una puta amenaza de
mierda..y yo creyendo que nos podrías ser de utilidad…
-¡Por favor Ian haré lo que sea! ¡Lo que sea ¡ Por
favor..por favor..-Suplico Tanos llorando. Ian lo miro con asco mientras
lloraba y le pregunto a su compañero.
-¿Qué opinas Arur? ¿qué deberíamos hacer con él? – Arur le
contestó en un extraño acento extranjero.
-Este mierdas no nos vale ni de mensajero.- Al escucharle
Tanos se asusto y lloró desesperado y
más fuerte. –No merece la piedad de una muerte rápida.
Tanos se calmó al escuchar aquello.
-Pero no puede quedar sin castigo ¿Verdad Arur?- Preguntó
divertido Ian.
-Claro que merece un buen castigo por los problemas
causados.- Aseguró Arur.
-Haré lo que sea por favor pero no me hagáis daño.- Suplicó
Tanos entre sollozos.
-No puedes hacer nada que nos interese.- Le dijo Ian a la
vez que desenfundaba su daga.-Pero podemos hacer algo por ti.- Tanos miro con los ojos como platos la daga de Ian.
-No…No..por favor..-Dijo Tanos entre sollozos, mientras Arur
rápidamente se coloco sobre el y lo sujeto en la cama.
-Vamos a quitarte ese vicio por las putas que tienes de
cuajo.- Dijo Ian mientras se acercaba a él.
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