jueves, 6 de septiembre de 2012

El Castigo: Capítulo 2


“Ti-ti-ti-ti”, “Ti-ti-ti-ti”, el despertador sonaba tediosamente sobre mi cabeza mientras yo intentaba inútilmente hacerlo callar con la mente. “Ti-ti-ti-ti”,”Ti-ti-ti-ti”, maldito sonido infernal, apreté más fuerte los parpados intentando caer en un último y profundo sueño donde no se escuchara el despertador. “Ti-ti-ti-ti” , “Ti-ti-ti-ti”, me rindo, abro los ojos y palmeo la pared hasta dar con el interruptor de la pared, enciendo las luces y la repentina luz me molesta en los ojos y pongo la mano entre la lámpara y mis ojos protegiéndome. “Ti-ti-ti-ti”, “Ti-ti-ti-ti”, girola cabeza hacía el maldito despertador y lo apago rápidamente para librarme de ese asqueroso pitido. Me siento apoyando la espalda sobre el cabecero y la pared de la cama, miro la hora, las seis y cuarto de la mañana, oigo las gotas de lluvia chocar contra la ventana, no ha aparado de llover en dos días, el otoño en esta ciudad es un asco y el sol aún tardará en aparecer. Me levanto de la cama y salgo de mi habitación andando torpemente y frotándome los ojos, llego a la cocina y caso un bol pequeño para mis cereales, agarro la caja de cereales y un cartón de leche y lo mezclo todo en el bol, no me gusta calentarlo. Guardé el cartón de leche y la caja de cereales, cogí una cuchara y me senté en la mesa para desayunar mientras encendía el televisor.

        Mientras desayunaba, mirando el televisor informándome de los resultados de la liga inglesa de fútbol, noté que algo suave se frotaba en mis pantorrillas, bajé la mirada y ví a mi gata siamesa dándome caricias:
-Tienes hambre eh pequeñaja.- Le dije mientras le rascaba en la nuca y esta alzaba la cabeza con cara de gusto. Me levanté de la mesa y agarré el plato vacío de la gata, la llene con una lata de comida para gatos y la deje en el suelo, al momento mi gata estaba comiendo sin prestarle atención a nada que la rodease.
-Mujeres…Una vez que conseguís lo que queréis…- Le repliqué a mi gata con un suspiro.
Me vuelvo a sentar en la mesa a terminarme el desayuno, las noticias de deportes habían dado paso a la actualidad: “Y esta noche en la ciudad de Inswinch, ha aparecido una de las jóvenes desaparecidas” la noticia me pilla por sorpresa y me quedo inmóvil ante la información y escucho atentamente. “Fuentes cercanas al departamento de la policía de Inswinch nos aseguran que la joven Anne Reynolds de veinticuatro años, fue encontrada caminando por la autopista  56-A  hasta que un matrimonio que casualmente pasaban por allí la recogieron y la llevaron al departamento de la policía” Bueno ya tenemos algo menos de lo que preocuparnos pensé. “Al parecer se encuentra en perfecto estado ya que ninguna ambulancia ha salido del departamento lo que sin duda son buenas noticias para los familiares de la joven” Hoy va ser un día movidito en el curro pensé.


       Después de afeitarme y ducharme, me vestí y cogí mis carpetas y archivos, las metí dentro de bolsas de plástico antes de meterlas en la mochila. Me puse la chupa que tengo para la lluvia me la cierro entera y me coloqué la mochila, y cogí mi casco y salí de mi apartamento. Seguía lloviendo con ganas eras más o menos las siete de la mañana y aún era de noche. De no ser por mi chupa y el casco estaría calado hasta los huesos, me senté encima de mi Aprilia RS 125, arranqué el motor y me dirigí hacía el departamento, mientras la lluvia empapaba mi chupa y mis pantalones y me empapaba la cara por llevar el visor abierto.

   Tardé un cuarto de hora en llegar al departamento y aparcar mi moto dentro del edificio, estaba completamente empapada, la lluvia se volvió aún más agresiva por el camino. Me quite la chupa, y aunque me mantuvo seco la chupa parecía haberse sumergido en el fondo de un lago y goteaba sin parar, la colgué del manillar y la deje allí esperando que ningún “poli malo” se la llevara de recuerdo. Me encaminé hacía el ascensor con la mochila en el hombre, hasta que leí la notita pegada sobre la puerta del ascensor “Averiado, disculpen las molestias”, me encogí de hombros y subí por las escaleras hasta el quinto piso.

      Dí los buenos días a todos los compañeros que me cruzaba por el camino, iba camino a la sala de descanso cuando saludé a Molly que estaba sentada en su cubículo y me hacía señas para que me acercara a ella.
-Ahora voy Molly, quiero colgar mi mochila empapada dentro.-Le dije dándome la vuelta y caminando hacía atrás mientras me dirigía hacía la sala de descanso.
-¡No!- Me grito ella levantándose y corrió hacía mí para cortarme el paso.
-No puedes entrar en la sala de descanso,  anoche encontraron a Anne y estaba agotada la tumbamos en el sofá para que durmiera un poco antes de interrogarla.- Me explicó Molly.
Molly era muy joven para ser detective apenas tenía veintinueve años, bajita, atlética, y con el pelo moreno siempre recogido en un elegante moño, que le hacía aparentar más edad y mas seriedad a su rostro lleno de pecas.
-¿Y no le han llevado a ningún hotel?- Pregunté curioso
-Aún no sabemos lo que le ha ocurrido, solo nos dijo que estaba cansada, que quería dormir y después hablaría.- Me miro directamente con sus ojos marrones.- Así que búscate otro sitio para colgar tu dichosa mochila Adrian. –Y dicho esto me dio la espalda y se dirigió a su cubículo, y yo sin poder hacer nada me encamine al mío. Saqué la bolsa doble dentro de la mochila y coloque las carpetas en mi escritorio mientras colgaba la mochila enana de las esquinas de mi cubículo colocando la papelera justo debajo para no empapar el suelo.
    Abrí las bolsas y saque el archivo de Carol Ramsay y mi carpeta. Carol era otra de las chicas desaparecidas, veintiún años, trabajaba de camarera en una discoteca de música gótica llamada “Ryleh” que estaba situada cerca del polígono industrial de Inswinch. La chica era bien conocida por la mayoría de los habituales del local. Su jefe, un tío que no tenía ninguna pinta de gótico, más bien de un viejo empresario estirado, me dijo que el viernes pasado estuvo trabajando toda la jornada nocturna en la discoteca, de diez de la noche hasta las seis de la madrugada. Ese mismo sábado tenía que volver a trabajar, pero no apareció, ni nadie sabía donde estaba. Una amiga suya llamada Lucy me dijo que ambas habían quedado el lunes para ir de compras tampoco sabía donde podría estar, pero me facilito una lista de nombres de personas cercanas a Carol. Entreviste a dos ex novios y a su compañera de piso, sus coartadas eran válidas y su información no revelaba nada interesante sobre el paradero de Carol.
-Detective Broderick.- La voz serie y repentina del sargento me hizo dar un pequeño bote sobre la silla.- Perdóneme, le he asustado.
-No pasa nada sargento.- Le quité importancia con una pequeña sonrisa.- ¿Quería algo sargento?- Pregunté a mi superior.
-¿Cómo vas con Carol?- Pregunto con ese tonito de voz tan serio y autoritario.- ¿Alguna novedad?
Soplé negando con la cabeza y volviéndome al archivo y mis notas.
-He interrogado a su jefe, su amiga, un par de ex novios y su compañera de piso, no hay nada claro, solo que el viernes después de trabajar no llegó a su apartamento.
El sargento se quedo pensativo frotándose la barbilla, era raro verle sin afeitarse, era el típico tío que no dejaba crecer su barba ni un solo milímetro.
-¿Has comprobado el recorrido de vuelta que hacía siempre después de trabajar?- Me volvió a preguntar.
-Nadie sabe que camino cogía o si cogía taxi o el autobús.- Le comenté, no parecía satisfecho con la respuesta.- este viernes pienso pasarme por la discoteca y preguntar a los clientes sabían algo sobre ella, es un tiro a ciegas pero no se me ocurre nada más.
El sargento se quedó sopesando la idea sin dejar de frotarse la barbilla, debería molestarle la poca barba que no se había afeitado.
-No tenemos de momento ninguna otra alternativa.- Asintió- Adrian, cuando despierte Anne quiero que tu y Molly la interroguéis.-Añadió mi superior.- No la presionéis demasiado, pero quizás su desaparición esté relacionado con las demás.
-No creo que sea así.- Le contesté al sargento.- Sería lo primero que diría tanto al os que la rescataron como a la policía, que rescatásemos a sus compañeras.
-Lo sé.-Comento serio el sargento,. Aún así no quiero descartar nada, quizás estaban incomunicadas, o puede que sean casos aislados y tengamos una plaga de secuestradores.-Dicho esto se despidió y me dejo repasando mis notas, y buscando en el ordenador varias rutas desde la discoteca hasta la casa de Carol. Había unas veinte rutas posibles, incluso una de ellas bordeando toda la ciudad, así no encontraría nada, pero no sabía que hacer.
-Hey.- Molly llamó mi atención detrás de mí ofreciéndome un café solo mientras ella se tomaba su cortado.
-¿Qué tal si vamos preparando el interrogatorio de Anne mientras se despierta?- Me preguntó.
-Sí, de acuerdo.-Le respondí y añadí.- Ahora mismo no tengo nada mejor que hacer.

2 comentarios:

  1. Oooooohhh... Se libro una de una muerte cruel siendo tu la escritora. A no ser q este muerta!! Muaaahahahahahahhaa

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